sábado, 27 de septiembre de 2008

Orfeo y Eurídice


Cuenta Plubio Ovidio Nasón en su Metamorfosis que hubo una vez un hermoso joven llamado Orfeo. Éste era un prodigio con la lira, de cuyas cuerdas extraía las más hermosas melodías. Conoció a la dulce Eurídice y quisieron sellar su amor. A las bodas asistió como padrino el dios Himeneo, a quien Orfeo suplicó un buen agüero para su matrimonio. Sin embargo, Himeneo no pudo evitar permanecer con un aire triste, ausente, como si no pudiese evitar la infelicidad futura de la pareja.

En efecto. Al poco tiempo de la boda, tras unos pocos pero felicísimos días de apasionado matrimonio, Eurídice muere picada en el talón por un áspid. Orfeo no puede superar su dolor y solicita infructuosamente a los dioses que les permitan seguir unidos. Ante el silencio divino, toma la iniciativa y se dirige él mismo al Infierno. Allí viven su segunda vida eterna los muertos de la Antigüedad Clásica. Se presenta ante Plutón y Proserpina, reyes de este lúgubre lugar, y, al son dulcísimo y leve de su lira, solicita recuperar a su esposa muerta, con la promesa de volver juntos de nuevo al Infierno, al final de sus días.

La música es tal y los ruegos tan eficaces que, por unos instantes, se transforma la vida infernal: los condenados allí –Tántalo, Ixión, Sísifo, las hijas de Belo- abandonan sus tormentos, e incluso en los ojos de las Furias aparece una extraña lágrima. Plutón y Proserpina no pueden, emocionados, negarle la gracia. Pero le imponen una condición: deberá salir sin volver la cabeza para mirar a su esposa, hasta haber salido del reino de los Infiernos.

Delante Orfeo, detrás Eurídice, recorren nuevamente el camino de regreso, rodeados de penumbra, terror y fantasmas. El silencio es extremo. Orfeo duda y teme que su esposa no esté detrás. En las mismas puertas del Infierno, a la ribera de la laguna Estigia vuelve la cara e intenta abrazarla. Sin embargo, sus brazos sólo aprietan un ligero humo. Eurídice no se queja pues sabe que el amor ha movido a su esposo. Desde lejos le envía un último adios.

Orfeo no puede soportar su dolor. En vano solicita a Caronte que le lleve de nuevo en su barca, de regreso al Infierno. Desengañado al fin, se retira al monte Ródope, donde vive fiel a Eurídice, desdeñando los ofrecimientos de las ninfas, seducidas por su música.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mito de Orfeo y Eurídice es magnífico, posee ciertas reminiscencias bíblicas por el tema de no mirar atrás como sucede en el abandono de Sodoma y Gomorra.
En el Génesis se cuenta como Dios decide destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra por ser lugares donde se practican diversas clases de "aberraciones" o perversiones sexuales, así que Lot (sobrino de Abraham) salió de la cuidad acompañado por dos ángeles que le dijeron que sacara a su familia de la ciudad. Lot avisó a sus yernos, pero éstos creyeron que bromeaba, así que Lot marchó sólo con su esposa y sus hijas. Los ángeles antes de retirarse instruyeron a Lot que pasara lo que pasara no se volteasen a mirar puesto que quien lo hiciese se convertiría en sal. Y después de que los ángeles sacaran de Sodoma a la familia, Dios envió una lluvia de fuego y azufre que incineró completamente la ciudad con sus habitantes.
Pero no sólo esta preciosa historia tiene reminiscencias bíblicas sino que la bajada a los infiernos es un tópico común en toda la Literatura clásica; lo hizo Ulises en “La Odisea” para encontrarse con el adivino Tiresias y que éste le indicara el camino a casa , lo hizo Eneas (hijo de las mismísima Afrodita) en “La Eneida” para encontrarse con su padre Anquises y pedirle consejo sobre el futuro de la nación troyana y sobre todo y ante todos lo hizo el propio Dante acompañado de Virgilio en “La Divina Comedia” donde recorrió las distintas esferas infernales, del purgatorio y celestiales hasta el paraíso celestial donde encontró a su bella amada Beatriz que por culpa de “la ley del olvido” no recodaba a su amante. Borges, en uno de sus ensayos sobre Dante, dice "infinitamente existió Beatriz para Dante. Dante muy poco, tal vez nada para Beatriz." Eso es el amor “quien lo probó lo sabe”.

Mª Luisa Caride Vázquez dijo...

Gracias por tu comentario.
Yo opino que lo más hermoso de esta historia no es la fuerza del amor que mueve a Orfeo a bajar a los infiernos, sino la renuncia de Eurídice, por culpa de su esposo. cuanto más que se quiere controlar, mñas posibilidades hay de pérdida.