viernes, 7 de noviembre de 2008

Los atardeceres





Resulta curioso comprobar con cuánta asiduidad los seres humanos (no sé si les pasa a otros, aún no he podido comprobarlo) no somos capaces de disfrutar de lo que tenemos cerca. Nos acostumbramos a la rutina con tanta facilidad que perdemos oportunidades que, en muchas ocasiones, no se nos vuelven a presentar.
Me ha ocurrido tantas veces que ahora estoy alerta a cualquier "origen de placer". Así, cuando llegamos a la nueva vivienda que ahora disfrutamos, descubrimos los atardeceres. ¡Descubrir un atardecer! A quien se le cuente, dirá que si es que no vivíamos en la tierra, si es que acabamos de regresar de un viaje interestelar de años, si somos extraterrestres, o qué. Pues es verdad. No hay atardeceres como los que veo cada día desde la terraza de mi casa. Y no me había dado cuenta hasta que descubrí a la vecina apoyada sobre la valla de su terraza.
-Estamos disfrutando de esta vista. No hay atardeceres como éstos. Ya lo veréis.
Y es verdad. Quisiera compartirlo. Va por todos vosotros.